Trabajo en equipo: Pasión de multitudes

Autora: Romina Koch (Business Analyst)

Después de 30 años, un domingo me sentí valiente, me levanté temprano, tomé mis zapatillas y salí a jugar fútbol. Esa sería mi primera práctica en toda una vida. Sí, tengo claro que es el deporte más famoso globalmente, aún así no tenía idea de qué pasaba en esos partidos, aunque hace más de un siglo millones de personas se reúnen a seguir los movimientos de un lado a otro de la misma pelota.

Antes de conocerlo de cerca, entendía poco por qué tanto fanatismo por el fútbol. Hoy lo entiendo mejor, he podido apreciar la magia de este deporte desde la misma cancha, incluso he trasladado algunos valores del fútbol a varios aspectos de mi vida. Entre ellos el laboral, en lo referente al liderazgo, el trabajo en equipo, la comunicación, la disciplina, y el foco en el objetivo, entre otros, conceptos que antes sonaban alienígenas, ahora los veo ejemplificados en la pasión de multitudes.

Antes de estrenarme en el deporte del balompié, comencé a trabajar en equipos ligados a áreas de tecnología. Desde hace varios años se viene hablando de los beneficios que tiene la buena gestión de equipos para las organizaciones. En mi afán de comprender aquellas comunicaciones de RRHH, leí muchos artículos, de esos que relatan la importancia de procesos como la comunicación, seguí a coaches de agilidad que me invitaban a definir un objetivo en común y perseguirlo. Comencé a estudiar metodologías ágiles y a leer sobre estructuras horizontales, un tema fascinante y también muy en formato pdf.

Apostaba todas mis ganas en acompañar los proyectos que se asignaban a mi vertical. Debido, también, a jerarquías lineales aún existentes, perdía visibilidad y no me veía involucrada con esa tan añorada consecución del objetivo, inevitablemente la alienación se hacía espacio y los pocos canales de comunicación se mantenían unidireccionales.

Todo lo que había aprendido en libros y charlas lo logré aplicar donde menos lo esperaba: en una cancha plana, con un líder, un equipo de 7, donde el objetivo es pasar un balón hasta rematarlo contra la meta. Tomé todo lo que aprendí, me lo traje a Cenco y hoy puedo decir que pongo en práctica cada concepto en mi día a día.

Si quieres aprender cómo funciona una organización horizontal, autogestionada, con un líder que acompaña, si quieres poner en práctica cada artículo de agilidad que has leído, en las siguientes líneas te doy un resumen de lo que entenderás en 90 minutos.

La agilidad vista desde la cancha:

Me senté a conversar con mi DT, le pregunté: Marcos ¿cuál es la receta para formar un equipo que anote goles?

Me describió tres ingredientes:

1.- Un líder capacitado, con vocación, preparación y dedicado.

2.- Jugadores con competencias necesarias.

3.- Un entrenamiento acorde al nivel de la liga que quieres jugar.

4.- Y todo lo demás… (A este “todo lo demás” yo lo llamo “entendimiento del objetivo y consolidación del equipo”).

Lo primero que aprendí al mirar los uniformes es que cada individuo tiene un nombre, una identidad, y debes conocerlo. La camiseta tiene un nombre y un número en letra tamaño 1000 para que puedas identificar quién es cada jugador. Date el tiempo de identificar las fortalezas y debilidades de cada uno en el juego, solo así sabrás en quien apoyarte y a quien apoyar para armar la jugada.

Una vez que conoces a tu equipo debes comenzar a comunicarte, fuerte y claro, de la forma más directa y rápida, cada segundo es oro durante un partido. No temas en dar una instrucción, tampoco en recibir sugerencias, recuerda además que cuatro ojos ven más que dos. Aprender a escuchar lo que no puedo ver por mí misma me ha ayudado mucho a mejorar mis tiempos de reacción.

Confía en tu equipo, dale espacio a cada individuo para demostrar aquello que sabe hacer bien, ten presente que todo ser humano tiene un talento y atrévete a descubrirlo. Da espacio para que cada miembro de tu equipo pueda armar una jugada, no entorpezcas el trabajo del otro imponiéndote e invadiendo su metro cuadrado. Siempre podrás brindar apoyo desde tu posición en la cancha, sin embargo, si abandonas el área que debes cubrir, el equipo se verá en desventaja.

Para perfeccionar la estrategia ganadora aprende a fallar rápido, recuerda que cada remate fallido perfecciona la jugada de tu equipo y te acerca más al objetivo. Cada pelota que no llegue a la meta ayuda a reconocer dónde debes reforzar la jugada. El mandamiento número uno de mi equipo es “solo la práctica hace al maestro”.

Incluye la flexibilidad en tu ADN, aprende a reconvertirte de la defensa al ataque y del ataque a la defensa. Ningún juego se gana solo atacando o solo defendiendo, a veces hay que avanzar en el campo de juego y otras retroceder.

Ahora pienso en estas lecciones y me río sola, porque probablemente varios de aquí, que sí han jugado futbol, son cosas que más o menos conocen. Talvez es una cosa de género (no se incentiva mucho que las mujeres jueguen este deporte) o puede que sea el efecto de venir de afuera, pero para mí esta forma de organizar equipos me abrió mucho los ojos. De esta forma, pude traspasar lo aprendido desde la cancha hacia el mundo laboral.

Puede que esté pecando de naive en esto, pero creo firmemente en mi equipo de fútbol y creo en mi equipo de trabajo. En Cenco sabemos lo valiosos que son nuestros jugadores. Nuestra cancha es un espacio para crecer, estamos llenos de desafíos y nos apoyamos de un gran equipo para afrontarlos. Jugamos para ganar, porque tenemos objetivos claros y sabemos hacia donde direccionar el balón.

Yo y mis dos equipos, te invitamos también a que lleves estas acciones a tu propia organización. Como en todo proceso deportivo, las cosas al principio no saldrán muy bien (los chilenos saben mucho de eso jajaja), sin embargo, toda apuesta requiere de valentía y esfuerzo. En mi caso, al aplicar estas lecciones en la formación de equipos, comencé a ganar mayor visibilidad, y los resultados de nuestro trabajo comenzaron a notarse.

¡Ven y juega con nosotros! ⚽

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